¿Por qué será…?

¿Por qué será que los días, algunas veces, se empeñan en lastimarnos, en dejarnos tan desamparados de afecto y de caricias que se parecen a un largo y ardiente desierto?

¿Por qué será que somos tan frágiles, tan fácilmente afectables por los vaivenes de otras personas y de las circunstancias?

¿Por qué será que nos cuesta tanto independizarnos de vez en cuando de la realidad, para sumergirnos en algunos sueños que nos devuelvan esa pizca de paz y alegría que nos permite llegar a salvo a la otra orilla del día?

¿Por qué será que la soledad insiste en herirnos aunque estemos acompañados de quienes queremos y nos quieren y nos hace notar crudamente que no está presente la única persona que podría llenar todos los espacios, todos los resquicios de nuestros sentidos, cada ínfimo pliegue de nuestros deseos y sueños?

¿Por qué será…?

¿Por qué será que existe el dolor, la ausencia, el olvido, la desidia, el desdén, el rencor y el desamor?

¿Por qué será que hay días, momentos, instantes en que todos estos males se confabulan para aparecer en manada para golpearnos fuerte, para lastimarnos profundamente?

¿Por qué será que cuando llegan, siempre nos toman desprevenidos y sin posibilidad de reaccionar con rapidez?

¿Por qué será que hay días en que duele tanto el corazón? 

¿Por qué será que la vida suele mostrarnos su cara más rígida y no tanto su sonrisa más amable? 

¿Por qué será que hoy siento que un pedacito de mí está agonizando prematuramente? 

¿Por qué será que mañana por la mañana todo éste oscuro cielo habrá desaparecido del horizonte para darme un respiro?

¿Por qué será que llega un momento en que pareciera que nos acostumbramos a estos vaivenes del alma?

¿Por qué será que, en definitiva, el alma nunca se termina por acostumbrar?

¿Por qué será que una sola palabra de la persona indicada puede tener el poder de transformar realidades, pesadillas y fantasmas en ondulantes trigales dorados o en una rosa perfumada y fresca?

¿Por qué será que en estos momentos resuena en mis entrañas esa triste pero hermosísima canción de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes, «A felicidade» que dice en una parte: Tristeza não tem fim. Felicidade, sim…?

 

Queridos amigos y amigas… no tomen tan en serio todo esto. No me siento bien de ánimos, eso es cierto… Pero tampoco estoy tan mal como quizás les parezca al leer todo esto. Es simplemente que cuando tengo algún «bajón» anímico, suelo vivirlo demasiado intensamente y todo se me nubla delante de mis ojos.

Son estados pasajeros que suelo tener y que así como llegan, terminan yéndose (Muchas veces por motivos reales, otras por cuestiones simplemente de ciclotimia).

¿Por qué será que me acosan sentimientos de culpa que me hacen dudar de publicar todo esto?

Debe ser porque me parece mal cargarlos a ustedes con tanta negatividad (a quienes realmente les interesen mis cosas y mis estados de ánimo). Pero si no digo lo que me pasa, no tendría demasiado sentido todo lo que escribí y les mostré sobre mi en el blog… Les estaría ocultando una parte muy importante de mi realidad. La parte que corresponde a esta noche del 19 de diciembre de 2008, a las 23 horas y pico en este rinconcito tan alejado del mundo que es Buenos Aires y delante de una pantalla de computadora que me devuelve mi propia imagen dibujada con palabras… (espejo de unas cuantas noches a lo largo de los años)

¿Por qué será que además de querer y necesitar ser sincera con todos/as ustedes, considero que debo contarles estos momentos tan personales?

Y a ésta última pregunta, sólo se me ocurre contestarla afirmando: Porque los quiero, los necesito y les debo sinceridad y lealtad… 

Les pido perdón y les doy las gracias…

El sólo hecho de compartirlo con ustedes me alivió la carga… 

Mañana es sábado, podré descansar un poquito más. Podré relajarme, podré disfrutar algo más de la vida.

Mañana será un mejor día y todo gracias a ustedes, que aunque sólo se limiten a leerlo (en profundidad o por encima solamente), para mí será como una caricia reparadora y mágica. 

Los quiero mucho…

Un besito para todos…

Mariel